Aún recuerdo cuando nos abrazábamos tan fuerte que dolía,
que nos traspasábamos la piel.
Ese mero recuerdo me aprieta las costillas y me eriza la piel.
Lo recuerdo, como recuerdo cada caricia,
cada noche en aquella cama minúscula
donde nos deshacíamos en amor y besos,
como recuerdo tu tacto de melocotón…
¿Cómo olvidarlo?
Aunque han pasado más de mil días desde que tu piel no calienta la mía,
desde que mi cepillo de dientes está huérfano y mi corazón desolado,
aún resuena en mi mente tu risa y cómo decías que había que vivirlo todo
como si fuera la última vez, como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente.
Recuerdo que no podíamos estar más de dos días sin vernos,
sin escucharnos,
sin rozarnos,
que queríamos conquistar el mundo,
visitar París,
enamorarnos de Roma,
pasear por Londres y
dormir en Bali
o en cualquier sitio donde pudiéramos ver la Luna y las estrellas al anochecer.
Queríamos amanecernos juntas en cualquier parte del mundo,
con nieve o un sol radiante, mientras fuera en nuestra piel fundiéndonos.
Queríamos querernos tanto que no supimos gestionarlo…
Y aquí sigo, más de mil días después.
Después de más de mil días sin ti,
sin tu perfume,
tu respiración pausada
ni tus pupilas enormes.
Después de más de mil días doliéndonos,
entre las sombras de lo que un día fuimos.
No sabes lo que me encanta tu web. La voy a recomendar a mis amigas <3